Wednesday, April 05, 2006

IRIGOYEN CONTRA TODO

¿Cómo asumes la buena acogida de Lesley Gore en el infierno por la prensa?
Tranquilo, pues considero como poco relevantes todos los méritos que he recibido.

¿Tanto así?
Es que la función del crítico literario en el Perú ha sido tomada por muchos periodistas que no tienen la preparación para opinar sobre un libro. Personalmente me interesa que la crítica venga de gente especializada, que haya estudiado literatura. No creo que un periodista que ha estudiado ciencias de la comunicación pueda formular un juicio de valor estimable frente a un poemario o una novela.
A pesar de que mucha gente se deja orientar por las críticas o reseñas en los medios para buscar libros de autores jóvenes…
Eso es normal. Acá en el Perú nadie va a una librería a buscar un libro de literatura, menos de poesía, por mero interés de lector, sino más bien orientándose por lo que dice la prensa. Y es aquí donde la lectura de la gente peligra, pues se deja llevar por la escasa preparación literaria en los medios de prensa al momento de afrontar la crítica a un libro de literatura.

¿Pero crees que esto sucede solo con los autores jóvenes?
No, pues la prensa también comete el error de celebrar excesivamente a los llamados «poetas de edad», o sea, a los poetas de los sesenta y setentas. Un caso es Watanabe y su Habitó entre nosotros, un libro que no renueva nada en absoluto y que es presentado como grandioso; o el caso de Marco Martos, con su decadente Jaque perpetuo. La crítica de los medios no advierte eso. No puede. Desde hace más de veinte años que Marco Martos no entrega nada bueno, y viendo a Watanabe cualquiera puede pensar que la poesía peruana va para arriba, cuando no es así.

¿Frente a lo que dices, toda crítica es buena?
Cuando es constructiva, sí. A mí me sorprende que aún haya gente que piense que en los últimos 15 años la poesía peruana tiene buenos exponentes, cuando solo hay buenos libros. Una tradición poética no se consigue solo con buenos libros, sino con proyectos, con una idea de base consolidada, que pueda leerse de cabo a rabo. Acá existen buenos poemarios y poetas, pero no proyectos de verdad.

Que consoliden una obra…
Claro, algo más allá que escribir libros a granel. Al poeta actual le falta consolidación; en los noventa, ¿quién más allá de Miguel Idelfonso o Alberto Valdivia tienen una obra continua, organizada? Nadie. Idelfonso posee tres libros interesantes, algo excesivos, pero con un valor inestimable para estos últimos años. Valdivia puede ser ampuloso y desbordante pero en sus dos poemarios se observa un proyecto muy coherente, con un lenguaje sobresaliente para el pobre nivel de nuestra poesía actual.

Y así llegamos a la poesía de los noventa…
Que es la menos interesante; que ha preferido seguir la línea de los poetas anteriores, la anglosajona, de Cisneros y sus discípulos, y la de la experimentación, como Sánchez-Piérola. Por ejemplo él en Ego puto muestra un experimentalismo pueril, un gusto enorme por tontear. Realmente, el gran problema de la poesía de los noventa es su falta de conciencia ante la coyuntura. Hubo muchos grupos que tuvieron cierta claridad, como Neón o Noble Caterva, que dentro de todo lo deleznable fueron durante un tiempo lo mejor de esta generación, que tiene poco valor y que parece haber caído en un hoyo negro.

Muchos pueden pensar que lo que dices es por demás gratuito
Es que la gente cree que digo esto por fregar, pero yo los invito a revisar una antología de esa época y se darán cuenta de que si ahora tenemos poetas malos, por aquellos tiempos batimos todos los récords.

Dentro de los contextos, ¿qué le corresponde a los noventa?
En los sesenta, Lima tenía 2 millones de habitantes; ahora tenemos 9. Por razón de perspectiva, sin culpar a los poetas, nuestra coyuntura actual es pobre. Esto se arrastra de los noventa, un período chicha, en el que la dictadura adormiló a los poetas. Y ahora ellos son los hijos del terrorismo urbano, que por entonces no tenían conocimiento de lo que sucedía a kilómetros, salvo por uno que otro coche-bomba. Son poetas que no han tenido una perspectiva real de lo que pasó; por eso, ante una experiencia nula y una mala asimilación de lo propio solo les quedó escribir sobre la base de lo anterior o simplemente experimentar. Y los resultados han sido pobres. Aquí se marca la involución a la poesía: no hay una adecuada óptica de la realidad.

¿Con todo esto dónde queda el poeta joven?
No lo sé. Con decirte que aquí no hay un Premio Nacional de Literatura desde 1977. Somos el único país en América Latina que no lo tiene; es decir, no hay un incentivo mínimo del Estado ni de las instituciones para el poeta.

¿Es el Perú una tierra de poetas?
El Perú mantiene un buen nivel, incluso ahora, a pesar de que hemos perdido mucha calidad. Al escuchar hace poco a unos poetas argentinos pude comprobar esto: lo mejorcito de ellos se mantiene a la par con nuestra actual irregularidad. Ahora nuestra tradición se ha visto disminuida a esto, a bajar al nivel de la poesía argentina o colombiana.

Sobre esto último, Enrique Sánchez Hernani, refiriéndose al caso de Colombia, mencionaba que siempre mantuvo un nivel bueno, óptimo de poesía, pero que nunca tuvo uno alto, como en nuestro caso…
Estoy completamente de acuerdo con Sánchez Hernani. Acá hemos tenido muchos altos y bajos, muchos Cubillas y Waldir, esa es la realidad. Colombia no posee hitos determinantes, como nosotros con Vallejo o Eguren. Igual sucede con la poesía venezolana, boliviana o ecuatoriana: no tienen picos ni momentos claves. Ecuador por ejemplo tiene el caso de Adoum, que es un gran poeta, pero que no ha marcado un cambio en su contexto, como sucede aquí con Vallejo, quien se barre las dos generaciones siguientes, y luego con Hinostroza, Cisneros y Hernández hasta llegar a los ochenta. De ahí todo parece ser igual, con la onda coloquial, la poesía pop. Ante la ausente renovación de cánones en nuestra literatura se ha creado una ruptura que escenifica la falta de calidad de nuestra poesía actual. Nosotros, los poetas del noventa, somos la continuación del fracaso que se inició en los ochenta. Esta se mantiene en la actualidad, con los poetas jóvenes.

¿Vale la pena publicar en el Perú?
No. Aquí, para publicar, tiene que prevalecer en ti la vanidad. Si piensas que vas a recuperar lo invertido estás mal. En sí, todo es cuestión de darle tu libro a los amigos, a los críticos, y esperar las pocas reseñitas que puedan salir en los diarios. Y el hecho de que no exista una crítica de verdad en este país conlleva a que casi todos los libros publicados, como el mío, lleguen a no más de cien personas.

¿Publicar poesía en el Perú es un acto suicida?
Lo es. Aquí no creo que existan muchos imbéciles que tiren su plata para publicar un libro que casi nadie comprará, a menos que esperen sentados a que Peisa o Campodónico los visite: algo imposible, que solo le toca a un Cisneros o a un Martos. El que se publica, como yo, únicamente puede aspirar a recuperar una parte de su inversión.

¿Y la ley del libro?
No sirve, los libros continúan y continuarán caros. Acá vas a una feria y todo es carísimo; el colmo es cuando llegas al stand de Peisa y te topas con la última novela de Cueto. Considero que lo mejor en una feria son los stands de libro viejo, definitivamente.

Frente a esto, ¿qué opinas de la piratería?
Yo sí la justifico. Gianmarco o Suárez Vértiz se quejan de la piratería, cuando deberían estar agradecidos pues por medio de ella llegan a mucha gente que recibe un sueldo mínimo y no puede adquirir un CD original. Aquí alguien que quiere leer a Vargas Llosa no se va a gastar los setenta soles que te pide Peisa, que para eso es una tremenda conchudez; no, tiene que recurrir modestamente a comprar su edición pirata. Yo no le puedo exigir a alguien que gane trescientos soles que compre mi libro de 15. Si lo consigue a tres soles, pues bien.

¿Te sentirías halagado si piratean tu libro?
Totalmente, me encantaría, aunque aquí nadie piratea poesía, salvo a Vallejo. Creo que todos los poetas deberían sentirse halagados si se encuentran pirateados en la calle; es más, deberían piratearnos de una buena vez en lugar de hacerlo con Bryce. Ahora, hay que resaltar las ediciones de los periódicos, que son bonitas, sencillas, y muy cómodas.

¿Qué opinas de los suplementos culturales?
Bueno, El dominical en sí es el suplemento de Alonso Cueto, de Thays, de Ampuero, los mismos de siempre, que libro tras libro demuestran que no han ganado nada. En sus páginas se ve que no hay nadie que imponga una renovación. De por sí es previsible: yo te puedo decir palabra por palabra qué sale ahí este domingo, los libros que van a comentar, el tipo de crítica aduladora a Bryce, el amiguismo en su máxima expresión. Por otro lado, Identidades me parece una publicación mucho más seria, más académica. Incluso criticaron un artículo mío, pero de manera tangencial. A mí me hubiera gustado que me contradigan frontalmente, pero, bueno, hasta ahora sigo esperando.

¿Revisas literatura en internet?
No, aún no puedo habituarme a ese tipo de lectura. Yo sigo pegado al papel. Tengo un apego especial por el libro como objeto físico, tanto así que la sola idea de quemar uno me irrita; no tiene ningún sentido hacer eso con un libro, salvo los de Verástegui. (Jajaja).

¿Qué opinión tienes en torno a la poesía femenina peruana?
Salvo María Emilia Cornejo, quien ha dejado poemas extraordinarios, no existe. Bueno, existió hasta finales de los ochenta con Patricia Alva. Hubo intentos como Ana Varela Tafur, quien comenzó bien. Ahora hay buenas perspectivas como Lucía Guerrero o la última entrega de Elisa Fuenzalida, que si bien es interesante respeta mucho el canon y no propone otros planteamientos.

¿Y los casos de Carmen Ollé, Rocío Silva Santisteban, Giovanna Pollarollo y Rosella di Paolo?
Rescato el primer poemario de Carmen Ollé, Noches de adrenalina, un libro orgánico, sorprendente para la época, con muchas imágenes y harto nervio. De Rocío Silva solo Este oficio no me gusta, que es bueno; el resto de su obra me parece una seguidilla de clichés eroticones. Pollarollo me cae muy bien, pero no me gusta para nada lo que hace. Y Di Paolo pues, no ofrece nada novedoso.

¿Qué piensas de los narradores peruanos contemporáneos?
Ahora hay más competitividad. Hay buenos narradores como Santiago Roncagliolo y Santiago del Prado. Creo que ambos le han puesto una cuota de esperanza a la narrativa de los noventa, copada por Bellatín, Benavides, quien plagió el argumento de Conversación en La Catedral para hacer una novela; y Thays, el escritor más sobrevalorado, quien posee un lenguaje excelente pero cuyos argumentos parecen sacados de una obra teatral de tercer grado. Sinceramente me gusta más su programa de televisión que su narrativa.

Y de los consagrados…
Arguedas me gusta mucho. Bryce solo hasta La vida exagerada de Martín Romaña. De Scorza me quedo con Redoble por Rancas y Garabombo, el invisible, novelas con las que no me conecto del todo, pero que sin embargo me parecen notables. Y bueno, Vargas Llosa, que eclipsó a toda la narrativa peruana hasta principios de los ochenta.

Y en el caso de cuentos…
Yo soy más de novelas que de cuentos. Del Perú me agrada Ribeyro, el primer libro de Reynoso, Los inocentes, que es excelente, una belleza.

Háblanos de tu proyecto actual
Ando escribiendo un poemario, en el cual unas partes girarán en torno a la selección indonesa de fútbol. He cogido a cinco de sus principales cracks, y en los poemas estoy intercalando sus voces con las mías. Este libro también se verá relacionado con Bonnie Consolo, quien es una mujer sin brazos y que hace todo con los pies. Reconozco que este proyecto es sumamente complicado, sin forma del todo definida, cuyos referentes me seducen mucho para plantearlos como poesía. Está una selección siempre perdedora, que nunca le ha ganado a nadie, y que representa la frustración; el caso de Bonnie Consolo simboliza la esperanza. Trataré de armonizar esto.

Finalmente ¿qué pueden esperar tus lectores de ti?
Creo que nada. Lo que sí quiero dejar en claro es que todo libro que yo tengo es un proyecto conceptual, es un trabajo que va más allá de la poesía. La poesía es experimentar, es buscar nuevas perspectivas, y eso es lo que realmente el lector debe esperar, no solo de mí, sino de cualquier poeta.

Publicado en Revista Quehacer Nro. 149 (Jul-Ago. 2004)

15 Comments:

Anonymous Anonymous said...

"No creo que un periodista que ha estudiado ciencias de la comunicación pueda formular un juicio de valor estimable frente a un poemario o una novela."

Un poquito presuntuoso, el muchacho. Para opinar sobre un novela, cuento o poema, basta ser un buen lector. Y eso lo puede conseguir hasta un vendedor de zapatos en su tiempo libre.

3:44 PM  
Anonymous Anonymous said...

Si lo único que quieres es una opinión, es cierto. Y suerte con tu lectura del zapatero. Pero si quieres una crítica, necesitas a un crítico formado, pues, no hables cojudeces.

4:08 PM  
Anonymous Anonymous said...

Habría que pedirles a los grandes poetas de este país, sobre todo a los que parecen asegurar que todo lo saben y que se creen la única alternativa en poesía, o sea a muchachitos como Yrigoyen, que también estudien literatura. En su primitivo razonamiento, se olvida decir que si un crítico tiene que haber estudiado literatura, un escritor con más razón, ¿no? ¿O Yrigoyen dicta leyes de las cuáles él es, precisamente, la excepción?

9:17 PM  
Anonymous Anonymous said...

Por si aca,Borges fue autodidacta. Otra pregunta: ¿Què es lo que ha innovado Yrigoyen?

11:26 AM  
Anonymous Anonymous said...

no tienen algo mejor que poner oigan, blogeros basurita???????

un refrito, Cromagnon ya no asusta a nadie pese a su cacharro.

D.O.

2:24 PM  
Anonymous Anonymous said...

jajajajajaja, que buena, diego, tienes razòn, para epatar a los burgueses hay que ser inteligente como Wilde o Baudelaire, no basta con tener cara de buldog invertido!!!!
jajajajajajaa

Alberto Valdivia

2:55 PM  
Anonymous Anonymous said...

Cojudeces son lo que escriben algunos críticos. ¿Donde quedó el "juicio de valor" de Clemente Palma frente a la obra de Vallejo?
¿Y el premio nobel para "Platero y yo"? Más acertados estuvieron esos poetas españoles que mandaron al libro y al burro a la mierda.
Para la literatura, como para cualquier arte, se necesita criterio y talento. Y eso no siempre se consigue en la universidad, asi tengas 20 maestrías. Ya lo dijo el otro usuario anónimo: Borges era autodidacta. Yo recuerdo a ciertos criticos nacionales que lo tachaban de "infantil" a principios de los noventa.

3:28 PM  
Anonymous Anonymous said...

Borges estudió no en una sino en muchas universidades del mundo y lo siguió haciendo hasta el final. Cuando murió estaba inscrito como alumno del curso de historia de la lengua anglosajona en la Universidad de Cambridge, a los 86 años de edad. Así que dejen de hablar por el recto y vayan a leer.

5:56 PM  
Anonymous Anonymous said...

El Nobel no fue por Platero y yo, bestia, sino por su poesía toda, que incluye los poemas en verso frente a los cuales Lezama Lima se arrodillaba (lee las cartas).
¿Por qué una perosna cultivada y con 135 de IQ tiene que toparse con cretinos como tú en la vida virtual?

D.O.

11:54 AM  
Anonymous Anonymous said...

Allá tu que pierdes tiempo con la "obra" de Juan Ramón Jimenez... Con Platero basta y sobra.
Si con eso crees que alguien tiene un mejor juicio sobre ciertos críticos literarios, te jodiste. Seguramente, tienes alguna fijación con los burros o los zapatones, digo, zapateros, jajaja

4:06 PM  
Anonymous Anonymous said...

¿Por qué una perosna cultivada y con 135 de IQ tiene que toparse con cretinos como tú en la vida virtual?

¿Será por que no tienes otra clase de vida?

4:11 PM  
Anonymous Anonymous said...

¿Y así con ese cerebrito de pollo quiere Yrigoyen que el Estado apoye la poesía? Mejor que le den de comer a los pobres

9:38 PM  
Anonymous Anonymous said...

"y yo, bestia"

Conste que tú mismo lo has dicho.

¿Y cómo puedes admirar a un tipo que se arrodilla ante unos versos? Qué arrastrado.

Dios, que texto tan rico en significados, que polisémico...

10:52 PM  
Anonymous Anonymous said...

Poetas del noventa que perdurarán son Renato Cisneros, Julio Llerena, Jaime Rodríguez, Alonso Rabi, y no un irresponsable que piensa que decir pachotadas es inteligente, o un borrachito que pierde su talento en Quilca.
Y yo no admiro a nadie, solo he señalado que los premios Nobel se dan por la obra en conjunto, no por un solo libro, como Platero y yo.
Aprendan a leer, que es más importante que estudiar aburridos cursos de teoría literaria.

D.O.

12:29 PM  
Anonymous Anonymous said...

bueno a mi me llegas al pincho, si te veo por el centro de lima te cacho.

2:56 PM  

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